









Louie Louie se alza como un monumento, un ícono, más de dos décadas resistiendo. El rock se entrelaza en un abrazo largo con el garage. Un faro, un refugio donde el pasado se funde con cerveza, y el espíritu de la ciudad se siente como un latido.
Siroco es testigo de la evolución de la escena madrileña. Perdura desde el 98, una roca para amantes del rock, pop, indie y la electrónica, para amantes de sonidos emergentes, consolidados, nacionales o extranjeros. Un lugar esencial en Madrid para la música.
Moloko, un templo desde el 97 donde la música indie se funde en un ritual. Este referente nocturno ha creado un espacio donde el tiempo se detiene en un abrazo sonoro. Aquí, la historia se convierte en música, y la música en historia, el tiempo se pliega y las generaciones se encuentran.
La Vía Láctea se alza en un baile entre el pasado y el presente. Ha sido un punto de encuentro para generaciones y sus paredes celebran la cultura musical. Un homenaje a la vida, un recordatorio de que estamos todos conectados en esta galaxia.
El Penta, un templo donde la historia se convierte en melodía. Desde la Movida ha sido testigo del ascenso de bandas que han dejado huella. Es un grito, una declaración de intenciones, es un testigo. Su atmósfera resuena en la cultura musical de la ciudad. Es parte de nuestra historia de nuestros genes.
Rock Ola, el epicentro de la Movida donde el sonido se transformó en mantra, en un grito de guerra colectivo. Un refugio para almas y almas perdidas, un eco donde la autenticidad es la única moneda aceptada.
MoBy Dick es un templo,un grito de resistencia. El punk, el indie y la música aquí tejen el tapiz de la contracultura. Un faro para los perdidos en la escena musical. La autenticidad se celebra en cada acorde. Perdidos encuentran aquí un refugio, aquí la música es religión.
Nueva Visión, es un refugio para devotos de la música. Este club late como un corazón compartido, cada noche en un ritual, cada beat una celebración. Un refugio, un referente en la vida nocturna madrileña. Aquí el tiempo se aferra a sus raíces mientras la modernidad se despliega entre copas.
Tupper Ware, un laboratorio donde desnudarse en el Indie. Aquí la música se respira, se celebra, es un grito de libertad en un océano de ruido. Un espacio que invita a desatarse, a dejarse llevar por los caminos del sonido.